Para sanar lo femenino a nivel planetario debemos comenzar por sanar nuestra propia herida. Cada mujer lleva una herida profunda que arrastra –por ser parte del inconsciente colectivo– desde sus antepasadas más lejanas.
Hemos sido obligadas a ocultar, reprimir y –en el peor de los casos– olvidar nuestros dones más preciados: la intuición, la sanación natural, el respeto por nuestro cuerpo y sus ciclos, nuestra conexión con la naturaleza y con el cosmos, los vínculos con nuestros espacios sagrados genitales y corazón. Felizmente, todo ello aún duerme en nuestra mente y espera ser despertado.
Germaine Greer
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